Es curioso, cuanto más busco la esencia del alma humana, más me acerco a Dios, y cuando más me acerco a Dios, más me acerco a la humildad, a la pobreza, a la caridad, a la misericordia; pero luego, giro la cabeza, veo el mundo que nos rodea y me quedo triste, es como si todos o la inmensa mayoría fueramos justo en dirección contraria de lo que nos da la libertad y la felicidad.

Jesucristo, el personaje histórico, fue un servidor, pero es que los grandes lideres del mundo han sido grandes servidores; sin embargo, el mundo nos vende que aparentar es más que ser.

En el mundo de la venta, de los negocios y de la sociedad en general, si quieres conocer el alma humana, debes de desnudarte de ti y vestirte del otro, lo mismo que nos pide Jesucristo, ser servidores, principalmente de los más debiles y necesitados.

Comencemos por empezar a olvidarnos de nosotros un poco y prestar un poco más de atención a los que nos rodean, es un ejercicio duro pero sano y formador para los que queréis dedicaros a vivir de influir en otros.

Cada vez que me olvido de los demás, me hago daño, tarde o temprano el bumerang vuelve y me golpea con fuerza, además me golpea dónde más duele, en el alma, son esas heridas que no se ven, pero tu sabes que están ahí. Pero es que cada vez que presto atención a otros «sin esperar nada», o mejor dicho, cada acción que realizo en la que el centro es el otro y no yo, puff, el bumerang vuelve aún más rápido, pero esta vez, con efectos totalmente positivos y sanadores para mi vida, esa vida que disfrutamos y agradecemos poco.

No soy maestro de nada, solo caminante, pero quiero compartir lo que siento por si ayudo a alguien con lo que siento.