Hasta no hace mucho, tuve la duda de si la gente podía cambiar o no.

Hoy tengo mi verdad sobre esto. Hay momentos en la vida que sentimos una absoluta soledad del alma, vacíos, al borde del precipicio, tristes, condenados, fracasados; dicho de otro modo, mordemos el polvo y pese a todo, y pareciendo lo contrario, es un momento maravilloso, porque lo podemos cambiar todo, podemos volver a nacer desde dentro, podemos hacer las cosas de otro modo, digamos que es el mejor momento para volver a empezar y construir otra versión de nosotros.

Si nuestra vida no es lo que habíamos soñado, en muchos casos es fruto de nuestras acciones, pero el mal está más adentro, es fruto de nuestra frialdad de alma, y eso os aseguro que se pueden cambiar, pero debe de haber una rendición, una entrega, eso si, sabiendo que tenemos el libre albedrío; que la opción que tomemos no sea la del corto plazo, la del ego, la de la vanidad, sino la de ayudar a los demás de verdad, de corazón y sin objetivos cuantitativos. Me dijo no hace mucho una persona a la que respeto y admiro mucho una frase demoledora: «Cuando hacemos de nuestra vocación una profesión, todo ha terminado», y que razón tiene.

Siguiendo con el inicio de este artículo, cuando hemos echado la rodilla a tierra, y nos vemos humillados, es el momento perfecto para volver a empezar, pero el objetivo debe de ser otro al buscado hasta ese momento. Cuando buscamos nuestro beneficio, el premio obtenido será un agua que no sacia, y luego tendremos más sed, porque el cuerpo siempre quiere más y más para él, mientras que el alma, nuestra verdadera esencia Divina se alimenta de lo que hacemos por los demás, aquí está el NACER DE NUEVO, estamos hablando de la auténtica felicidad en esta tierra, servir, y olvidarnos de nosotros, abandonarnos en pos de un tercero.

Buscar el bien ajeno sin preocuparnos del mañana es el origen de la nueva vida, sin pensar lo que comer, beber, vestir, sin buscar un coche más potente, una casa más grande. En ese camino, comenzamos una nueva vida, y esto llevado a nuestra profesión, cuanto más queremos ayudar a los demás, más éxito tendremos, más valor aportaremos y a más gente le cambiaremos la vida. La medida del éxito no es el dinero sino la cantidad de almas que podemos tocar a lo largo de nuestra vida, sobre todo, con nuestro ejemplo, las palabras son vacías y siempre se las lleva el tiempo, pero los hechos no, y por nuestras acciones nos conocen.

Buen mes de julio